La salud mental, hoy en día , constituye uno de los objetivos prioritarios de las políticas europeas e internacionales. Los trastornos mentales son responsables de una parte muy significativa de la carga global de las enfermedades y ocupan un lugar destacado entre las primeras causas de discapacidad. A modo de ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que para el año 2020 la depresión será la segunda causa de discapacidad del mundo.
¿Dónde podemos ubicar las causas de la enfermedad mental?
Según las cifras manejadas por diversas organizaciones de profesionales sanitarios, entre el 30% y el 60% de los pacientes que acuden a Atención Primaria, lo hacen por problemas psicológicos. Esto viene a mostrarnos que la prevalencia e incidencia de problemas de salud mental están aumentando alarmantemente. Todos estos datos demuestran que estamos frente a una epidemia y nos hace suscitar la cuestión de cuál puede ser la causa de que el mundo en que vivimos sea un mundo enfermo, y que esa enfermedad «mental» esté creciendo tan alarmantemente, o mejor dicho dónde podemos ubicar las causas de esta esta epidemia.
Es posible que el ser humano a lo largo de los últimos años haya soportado cambios físicos, cambios capaces de hacernos vulnerables a los diferentes trastornos mentales en aumento. Pero es muy discutible o dudoso que nuestra química cerebral o nuestros genes hayan cambiado tan radicalmente en los últimos 50 años.
De esta manera, podemos concluir que posiblemente la mayoría de los trastornos mentales se inician con problemas cotidianos y con modalidades específicas de enfocar esos problemas.
En nuestra experiencia profesional hemos llegado a considerar que vivimos en una sociedad enferma que tiende a crecer cualitativamente y cuantitativamente en esa dirección. Vivimos en un mundo sumergido en una crisis convivencial y de valores, una crisis crónica de la que no sabemos salir. No sabemos cómo remediar una civilización de la que empezamos, hace tiempo ya, a no sentirnos precisamente orgullosos y que posiblemente esté alcanzando un grado de deterioro próximo al colapso.
Hablar del origen de la enfermedad mental en general, es un tema que rebasa la intención del presente estudio. Sin embargo, podemos decir que el debate sobre si el origen de la enfermedad mental hay que buscarlo en la naturaleza de cada uno o en la experiencia vivida, es un debate inútil, dado que en las afecciones psicológicas una y otra causa se entretejen.
El entorno, puede muy bien trastornar la mente de las personas. Pero no puede negarse que, por sus características biológicas, unos individuos resultan más vulnerables que otros. Por descontado pues, existe una interacción entre la vulnerabilidad biológica y los factores ambientales desencadenantes. De este modo, podemos considerar que el entorno es el factor fundamental a estudiar en el trastorno mental, puesto que afecta a los biológicamente vulnerables (con distintos grados de vulnerabilidad) y a los que no lo son. Diferentes entornos negativos pueden afectar de forma diferente al mismo grado de vulnerabilidad. Podríamos decir que el hermano gemelo monocigótico de un enfermo mental tiene alrededor de un 50% de probabilidades de no contraer la dolencia de éste. Todo dependerá de cómo el entorno negativo le pueda afectar.
Entorno negativo convivencial
¿Qué queremos decir cuando hablamos de entorno negativo, o contexto circunstancial adverso condicionante de nuestro cada vez más enfermo estado mental global en el actual mundo en que vivimos?. Bajo el término «entorno negativo» queremos referirnos aquí al conjunto de actitudes, formas de conducta y estados de existencia negativos, unidos a toda la crisis de valores sociales individuales que dicho conjunto ha provocado.
El entorno negativo sería la parte del entorno responsable de nuestra cuestionable forma de vida. Y respecto al tema que nos ocupa, nos referiremos específicamente al entorno negativo convencional.
El entorno negativo convivencial estaría formado, pues, por actitudes como por ejemplo el egoísmo, la escasa resistencia a la frustración, la insatisfacción por la vida, la insolidaridad, la envidia, la codicia… por una progresiva degeneración y bloqueo de estructuras sociales básicas que han ido generando una profunda crisis de valores en las mismas, es decir, en la economía, la política, la familia, la educación…. por una falta de comunicación y concienciación de la situación y por la interrelación entre todos estos aspectos. Interrelación que favorece la negatividad, la refuerza y la amplia.
Victor Francisco Rams Maiques
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