TRATAMIENTO PARA DEJAR DE FUMAR

A partir de 2020 el sistema de salud financia un tratamiento farmacológico para el tabaquismo ( dejar de fumar). Hay que señalar que este tratamiento estará sujeto a condiciones. Los fármacos financiados son VARENICLINA (nombre comercial Champix) y el BUPROPIÓN. Ambos medicamentos sólo serán accesibles vía receta.

En España se calculan 58000 muertos relacionados directamente con el tabaco. Abordar el tratamietno del tabaquismo se justifica por sí solo, primero por sus consecuencias para la salud y segundo por la extensión del consumo.

TRATAMIENTO FARMACOLÓGICO Y/O PSICOLÓGICO DEL TABAQUISMO

La industria farmacológica está gastando cifras espectaculares de dinero en investigación, celebración de conferencias y congresos, publicidad… En este sentido podemos considerar que la industria farmacológica apunta en la dirección de considerar al fumador un enfermo que «necesita una medicina» para curarse de su adicción.

En este estado de cosas la psicología de la salud parece haber perdido momentáneamente la batalla del tratamiento del tabaquismo a manos de una medicina totalmente obsesionada en una solución farmacológica exclusiva.

En la sociedad medicalizada en la que vivimos los medicamentos cumplen importantes funciones y se perciben como soluciones con importantes ventajas, se acoplan a la cultura médica de la solución farmacológica para la enfermedad, de modo que todos los fumadores que comparten esas ideas verán como una solución ideal, tomar un remedio que les ayudará a vencer un problema condicionado a su voluntad, un problema, precisamente difícil de superar, por ese rasgo de personalidad.

Fármaco facilitado y financiados por el sistema de salud,  BUPROPIÓN.

Se trata de un fármaco antidepresivo que funciona como inhibidor selectivo de la recaptación neuronal de noradrenalina y dopamina, con un efecto mínimo sobre la serotonina. Su mecanismo de acción como terapia anti-tabaco no está claro, aunque se supone que imita el efecto de fumar controlando la aparición del síndrome de retirada.

Presenta varias e importantes contra-indicaciones y numerosos efectos adversos, entre los que se cuentan algunos leves como cefalea, sequedad de boca, nauseas, vómitos, rinitis, prurito, sudoración y palpitaciones, así como otros más serio como insomnio y convulsiones.

El BUPROPIÓN a través de diversos estudios no supone una diferencia respecto a otras formas de tratamiento farmacológico y no farmacológico.

Los resultados en eficacia del BUPROPIÓN no parecen tan extraordinarios como para que el sistema de sanidad lo señale y lo financie en el tratamiento del tabaquismo, habida cuenta de que estamos ante un fármaco que además cuenta con efectos adversos y cuyo coste económico es bastante importante.

Como todas las terapias farmacológicas cuyo objetivo es el cambio del comportamiento,las terapias sustitutivas no atacan las funciones de fumar y no «tratan» en su verdadera raíz el comportamiento de fumar.

Este tipo de terapia farmacológica sólo puede aplicarse a aquellos fumadores con la idea de que ser fumador es una enfermedad y convencidos de que su adicción requiere de un tratamiento externo.

Pero, ¿Qué pasa con aquellos fumadores convencidos de que fumar no es una enfermedad, ni un comportamiento que no pueda controlarse con medios psicológicos y naturales, y que, como consecuencia, perciban necesitar ayuda para lograrlo?.

Una ayuda psicológica que a través de múltiples estudios ha demostrado su eficacia. Aunque también hay que considerar que el amplio rango de tratamientos psicológicos disponibles ofrecen un grado de éxito diferente dependiendo del tipo de fumador a quien se apliquen.

¿Por qué el sistema sanitario se decanta sólo por el tratamiento farmacológico?

Pero lo que resulta curioso es que el sistema de sanidad se decante exclusivamente por medios farmacológicos desdeñando otras medidas, que por efectividad e inocuidad han demostrado ser más o igual de positivas que las farmacológicas.

Claro está que para ello sería necesario que la clase médica dejará de ser dirigida por el poder de la industria farmacológica,que como en tantas ocasiones, frena y bloquea el desarrollo y aplicación de la psicología científica en el campo sanitario.

 

Víctor Rams Maiques

 

 

 

 

 

 

 

 

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